Esta historia transcurre en un reino de leyenda y, sí, hay princesas y dragones, pero no es sólo una inocente fantasía. Y también hay brujas, bosques fantásticos, pócimas mágicas, brillantes armaduras..., pero no es un cuento de hadas. Básicamente, porque no hay hadas. El afán de Ezael por librar a la princesa Brunilda de las garras del dragón que la secuestró se convierte en una aventura en la que hasta el Sentido Común se rinde a la emoción.
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